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Semana 18-24 diciembre

  • csinterpresstrad
  • 10 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

Nuestra última semana de clase antes del parón navideño fue de lo más ligera. La primera sesión la dedicamos a la traducción del francés al español de la canción Les voisins del grupo francés Les Wriggles. Este grupo francés compone canciones que se interpretan, pensadas para llevarlas al teatro y con un tono humorístico, como es el caso de la canción a la que nos tenemos que enfrentar esta semana. Al traducir canciones se tienen que tener en cuenta varios factores de suma importancia y uno de ellos es la rima. Si queremos mantener la rima y el ritmo de la canción en español, tenemos que asumir que hay elementos que se van a perder, como por ejemplo, intentar decir casi lo mismo que se dice en francés. Por mucho que lo intentemos, no vamos a encontrar equivalentes en español que casen a la perfección con aquellos que funcionan en francés. Voilà el primer problema. Esta técnica de traducción en la que tenemos que cambiar la forma del texto para que el contenido que llega al público de la lengua meta sea el mismo que ha recibido el público de la lengua origen se llama transcreación. Como estudiantes de traducción esta fórmula nos infunde respeto, pero después de la primera estrofa, todo va de perlas. Puede que no nos quede una maravillosa canción, pero si cumple la función y, juntando las propuestas de todos lo estudiantes, conseguimos una buena rima y un buen ritmo, habremos logrado nuestro objetivo: ser capaces de crear, con la ayuda de nuestros compañeros y repasando infinitas opciones, una obra que transmita lo mismo que la original, con un formato más o menos distinto.


Os dejamos por aquí el vídeo por si le queréis echar un vistazo y poder entender a lo que nos referimos.


En la segunda sesión, empezamos a comentar un texto sobre traducción, Brevísima relación de la traducción de un libro de S. J. Perelman. En ella el autor y traductor, David Paradela, escribe una especie de diario en el que nos cuenta cómo es traducir un libro. Como venimos diciendo en casi todas las entradas de nuestro blog, la nuestra es una profesión gratificante, pero parte de ese orgullo que conlleva acabar una buena traducción incluye el superar las dificultades y retos que se esta nos puede presentar. En este caso, el traductor nos cuenta que se devana los sesos para intentar trasmitir las bromas, los chascarrillos y las referencias culturales de Perelman.

Esta obra es un excelente material de referencia sobre nuestro futuro oficio. En primer lugar, a la hora de traducir, debemos saber que lo que principalmente hacemos es contraescribir, ya que no siempre tenemos, o debemos, escribir como lo haríamos nosotros, sino imitar el estilo del autor si este escribiera en español. Siempre teniendo en cuenta que traducir es documentarse, empaparse de información y de palabras nuevas, no solo teclear e intentar reproducir el mensaje. Por último, debemos aceptar que el traductor es el eterno trabajador, nunca da un texto por finalizado. Es por esto que cuando se recibe un ejemplar justificativo de un libro traducido, se intenta no leerlo en la medida de lo posible porque siempre se desea cambiar algo. Y es que eso le pasa a cualquier profesional de la traducción. Cada vez que se encuentra con un texto, el deseo de cambiarlo y mejorarlo es irrefrenable, pero llega un momento en el que se debe dar por sentada la traducción antes de que esta pueda con nosotros.


Como no podía ser de otra manera y después de analizar este maravillo texto, acabamos haciendo una traducción a vista de diez tradiciones navideñas francesas, pero vistas desde el punto de vista de una mujer canadiense. Algunas de las más sorprendentes y que contrastan con su cultura son las siguientes: la gran cena de Navidad se celebra el día 24 de diciembre y no el 31, como es costumbre en Canadá. Los franceses se quedan en la mesa después de comer o cenar durante un tiempo, lo que en España se llama «sobremesa», categoría que, de ser olímpica, garantizaría un sin fin de medallas al equipo español. Por último, la canadiense repara en que en Francia se prefiera decorar con motivos navideños las casas en el interior y no en el exterior.


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